El pasado jueves, 12 de marzo, se celebró el Día Mundial del Glaucoma. Una enfermedad ocular a la que se le ha denominado ‘el ladrón silencioso de la visión’ debido al hecho de que cursa sin síntomas, al menos hasta que la enfermedad no está avanzada, y ocasiona un grave daño a la capacidad visual del paciente a medio y largo plazo. Si no es tratada a tiempo puede derivar en ceguera. No existe cura para el glaucoma, pero el avance médico si ha conseguido detener su progresión y con ello conservar la visión. Por ello es tan importante el diagnóstico precoz.
En realidad el glaucoma no es una sola enfermedad, según explica el director médico del Instituto Oftalmológico Amigó, el Dr. Alfredo Amigó, “es un grupo de enfermedades del ojo caracterizado por niveles de presión intraocular que dañan progresivamente el nervio óptico y sus fibras, los cuales forman parte de la retina en el fondo del ojo”. Esta patología es relativamente frecuente, ya que “2 de cada 100 personas mayores de 40 años la padece y es la causa del 12% de los casos de ceguera en el mundo”. Muchos de los afectados desconocen que sufren este problema, por lo que no reciben tratamiento.
Existen varios tipos de glaucoma. De ellos, con mucho, el más frecuente es el denominado glaucoma crónico de ángulo abierto. Cuando la enfermedad se encuentra avanzada surgen síntomas como la disminución del campo visual, que no es realmente apercibida por el paciente hasta que se encuentra en estado avanzado. Síntomas como dificultad en ver los escalones al bajar la escalera, pueden ser muy indicativos de pérdida de campo visual. Al final, sin tratamiento, la pérdida de campo alcanza a la visión central provocando la pérdida de visión útil y finalmente la ceguera.
Un simple examen de la presión intraocular “puede hacernos sospechar que un paciente padece glaucoma. Si los niveles de presión superan los 21 mmg/Hg debemos someter a la persona a exámenes adicionales para determinar si sufre esta patología. Pero el glaucoma es mucho más complejo de lo que parece, ya que no es raro encontrarnos con casos en los que una tensión normal, entre 12 y 21 milímetros de mercurio (mm/Hg), puede ser excesiva para un determino ojo y ocasionar daño en el nervio óptico. A esta circunstancia la denominamos glaucoma de tensión normal”, confirma el especialista. En otros casos, la tensión ocular varía según la hora del día, pudiendo pasar desapercibida Esto es especialmente frecuente al inicio de la enfermedad por lo que los controles repetidos de la tensión ocular son de especial importancia.
Al contrario de lo que ocurre con otras enfermedades oculares y del resto del organismo, no está constatado que factores como la dieta, hábitos o estrés representen factores de riesgo relevantes para padecer la enfermedad. Tampoco está relacionada con la presión arterial, al menos de manera directa, por lo que ser hipertenso es diferente de padecer tensión ocular elevada. Si parece demostrado que “el riesgo de padecerla aumente conforme se incrementa la edad del paciente”, explica el Dr. Amigó, que añade que “es muy raro que se presente en menores de 40 años y normalmente la diagnosticamos en afectados situados en la franja de los 50 y 60 años de edad”.
El oftalmólogo y cirujano ocular recomienda analizar la presión ocular “una vez a los 35 años y otra a los 40. A partir de esta edad se debe hacer cada 2 años, y después de los 60, anualmente”. El Dr. Amigó advierte que en los casos de pacientes con factores de riesgo “estos exámenes deben realizarse anualmente a partir de los 35 años”.
El director médico del Instituto Oftalmológico Amigó explica que los factores de riesgo que actualmente se tienen más en cuenta son: “Poseer familiares que padecen la enfermedad. Los familiares directos de personas diagnosticadas de glaucoma”; “presentar la tensión ocular elevada – prosigue el doctor- es un signo de la mayor importancia ya que las personas con una presión ocular superior 21 mm. Hg. tienen mayor predisposición a padecer glaucoma, aunque esto no significa que lo vayan a desarrollar”. Asimismo, también se debe atender al uso prolongado de ciertos medicamentos “como la cortisona y sus derivados. Desgraciadamente los vemos con frecuencia utilizados de forma injustificada para el tratamiento de irritaciones o inflamaciones oculares banales. Es muy importante evitar la automedicación”. Una vez diagnosticado, el control oftalmológico repetido es esencial en el control de la enfermedad.
Tratamiento del glaucoma
El glaucoma no tiene cura, el objetivo de los especialistas es evitar que se produzca un daño irreversible en la visión. Para ello “tratamos de reducir la presión intraocular. En la actualidad utilizamos cuatro opciones de tratamiento: medicamentos, láser, cirugía o una combinación de los anteriores”.
Los medicamentos: Los fármacos utilizados contra el glaucoma se administran principalmente en forma de colirio. Existen diferentes tipos de colirios. Cada paciente es único, por lo que será el especialista quien determine qué tipo de gotas debe aplicarse.
El tratamiento quirúrgico: bien con láser o con cirugía convencional se realiza en aquellos pacientes en los que los colirios no surtan efecto para reducir la presión. La esclerectomía profunda no perforante (EPNP) es quizá la técnica más vanguardista, utilizada en el Instituto Oftalmológico Amigó. Este tratamiento permite una más pronta recuperación visual y un postoperatorio con menos complicaciones. A diferencia que otras técnicas, “no precisa entrar en el interior del ojo. La cirugía es hoy en día el ultimo y eficaz eslabón en el tratamiento del glaucoma