El embarazo es una de las etapas de mayor felicidad para una familia. La llegada de un nuevo miembro a la unidad familiar es, sin duda, uno de los acontecimientos más importantes de la vida. Sin embargo, se presentan ciertas dudas respecto a los posibles cambios oculares que puedan afectar a la madre.
Hoy queremos hablar de la miopía magna y su posible vinculación con el parto. Para empezar, queremos explicar en qué consiste dicha patología, ya que de esta forma se puede llegar a entender mucho mejor.
La miopía, como ya hemos explicado en anteriores post, es un problema de refracción, debido a que el ojo es más largo de lo habitual; su corrección puede ser bien mediante el uso de gafas, lentillas o con cirugía. Se trata de un defecto de refracción que consiste en un exceso de dioptrías, los objetos cercanos se ven con claridad, mientras que existe dificultad para ver los objetos lejanos. Es lo que habitualmente se denomina como cortos de vista.
Una vez aclarado esto entramos en materia. La miopía magna se caracteriza por un alargamiento excesivo del globo ocular y es considerado como una patología crónica. Aquellas personas que la padecen son más propensas a sufrir otro tipo de patologías retinianas, de ahí la importancia de detectarla y controlarla.
¿Por qué insistimos en realizar revisiones periódicas? Para empezar, debes tener claro que la miopía magna requiere un control especializado, directo y prolongado en el tiempo. Para ello, en el Instituto Oftalmológico Amigó realizamos un trabajo muy estrecho con nuestro equipo de optometristas, pero no solo nos interesa conocer la evolución de las dioptrías sino que también es importante valorar el estado y/o evolución de las estructuras oculares del ojo.
Y llegamos a una de las grandes preguntas que nos suelen hacer cuando es una embarazada la que presenta un historial de miopía magna. ¿El parto natural puede empeorar esta condición ocular o favorecer a que se produzca un desprendimiento de retina? ¿Es conveniente realizar o no un parto natural? Estas son algunas de las preguntas que nos suelen plantear en la consulta. Así que vamos allá.
El desprendimiento de retina se produce al pasar fluido en el espacio virtual entre la retina neurosensorial y el epitelio pigmentario de la retina. El desprendimiento de retina regmatógeno se produce al existir un desgarro retiniano que permite el paso de fluido desde la cavidad vítrea. Los desgarros se producen de manera espontánea y pueden ser tratados mediante láser argón en consulta.
Cuando una mujer con miopía magna se queda embarazada sí que es cierto que debe existir un control. Pero no más allá del específico por dicha patología. Lo ideal es que exista una coordinación muy estrecha entre el equipo ginecológico y el oftalmólogo. Es preciso estar pendientes de posibles cambios en la visión, por ello, la comunicación con la paciente es una de las claves.
Otra de las cuestiones que suele preocupar mucho es el tema de los pujos y el posible desprendimiento de retina. Lo cierto es que actualmente no hay base científica para afirmar que esto sea así, es decir, el esfuerzo del parto no tiene por qué estar directamente relacionado con los posibles desprendimientos. Es por ello que tampoco se puede afirmar que lo correcto sea un parto instrumental.
Lo que sí es cierto y cuenta con base científica es que durante la segunda etapa del parto aumenta la presión intraocular, pero esta lo hace de forma equitativa por lo tanto no es un factor determinante para provocar un desprendimiento de retina.
En conclusión, la indicación de cesárea o de parto instrumental por el hecho de tratarse de miopes no está basada en la evidencia. No encontramos evidencias científicas convincentes que relacionen el DRR con el parto natural en estas pacientes. Ya que se considera recomendable una revisión rutinaria anual en cualquier paciente miope, es ahí, donde se debe examinar con detalle el fondo de ojo y tratar posibles lesiones precursoras de DRR, de manera independiente de su embarazo.