La visión es uno de los sentidos más valorados por el ser humando. Consiste en percibir e interpretar cerebralmente aquellas imágenes que se han registrado en la retina. De tal forma que nos permite una relación directa con el medio que nos rodea. ¿Pero siempre vemos igual? Pues debes saber que no es así. El ojo humano necesita un proceso para conseguir un desarrollo óptimo.
Al nacer, los seres humanos tienen normalmente todas las estructuras oculares necesarias para poder ver. No obstante, el recién nacido tiene que aprender ya que la visión se desarrolla a partir del nacimiento. De ahí que los bebés solo sean capaces de distinguir sombras y manchas, no ven mucho más. Además, notarás como el pequeño/a cierra constantemente los ojos ya que la luz le molesta. Aunque también es cierto que poco a poco su interés se irá centrando en los objetos brillantes, ya que le resultarán más llamativos. Pero esto requiere un tiempo.
Los diferentes atributos encargados de la función visual están implicados en el desarrollo visual. Estos son: movimientos oculares, agudeza visual, visión periférica, campo visual, visión binocular, acomodación, convergencia y visión cromática.
Cuando son recién nacidos, la agudeza visual es prácticamente nula como consecuencia de la inmadurez de los centros visuales en el cerebro. A los 3-4 años la agudeza visual se incrementa hasta el 50%. Y finalmente, a los 5 o 6 años es cuando en la mayoría de los casos se alcanza el 100%. Asimismo, el ojo del bebé tiene típicamente un error refractivo. Los que se presentan con mayor prevalencia son la hipermetropía y el astigmatismo. Con el tiempo el defecto refractivo disminuye progresando hacia la emetropía. La mayor parte de este cambio se produce durante el primer año de edad hasta aproximadamente los 6-8 años de edad.
En las primeras 4 semanas, el bebé mira los puntos luminosos y colores que se encuentran a unos 20 cm, sin embargo no los verá con nitidez.
Entre las 8 y 12 semanas, el bebé comenzará a fijar la vista y empieza a seguir con los ojos objetos en movimiento, aunque lo hace moviendo también la cabeza. La vista se convertirá, por lo tanto, en una de sus principales herramientas de conexión con su entorno. Los juguetes móviles parece que ayudan a desarrollar las áreas visuales de su cerebro.
Los colores requieren un tiempo de madurez. Es decir, al nacer no somos capaces de distinguir la gran variedad de colores que nos rodea. Será a partir de los dos o tres meses de vida cuando el ojo sea capaz de empezar a distinguir algunos tonos. Lo normal es que tan solo pueda distinguir determinados tonos, sobre todo aquellos más llamativos como el rojo.
De los 4 a los 6 meses
Poco a poco llegará el momento de interactuar y es aquí cuando la vista comienza a tomar una mayor importancia. La agudeza visual permitirá al bebé poder coger objetos y manipularlos, esto comenzará a hacerlo a partir de los cuatro meses de vida. Será capaz de mover sus ojos con independencia de la cabeza; al seguir los objetos que se mueven desarrolla destrezas de los movimientos sacádicos y la coordinación entre ambos ojos. Además ya es capaz de percibir los colores, fijándose en los tonos más vivos y diferenciando el azul, el rojo, el verde y el amarillo.
A los tres años de edad es recomendable realizar la primera revisión oftalmológica. Esta es la edad adecuada para comenzar a detectar posibles patologías y poder atajarlas a tiempo.