En los últimos días hemos advertido lo necesario que es estar presente en redes sociales. Una conversación mantenida desde nuestro canal de twitter y la actualidad informativa han puesto el acento sobre cambiar el color de los ojos.
Hace pocas fechas recibíamos una pregunta sobre los riesgos de utilizar determinadas lentes con una finalidad estética. Pocos días después escuchábamos en telediarios que un centro oftalmológico puede cambiar el color del iris mediante láser.
La pregunta es por qué querría alguien cambiar el color de sus ojos. Y, sobre todo, cuál es el beneficio que reportaría. Nos parece obvia la existencia de matices cuanto menos sensibles en una decisión tal. Al fin y al cabo, cuesta imaginar a una persona acudiendo a un oftalmólogo y solicitando unos ojos marrones.
Pero más allá de la cuestión sociológica, que indudablemente subyace, existe una dimensión puramente sanitaria insuficientemente explicada. Es ahí cuando hemos sentido la necesidad de trasladarla al blog del IO Amigó. Vayamos por partes.
Lentillas de colores
La joven que nos formuló sus dudas acerca del uso de lentes estéticas hizo bien. Aquellas le habían llegado a través de una compra online. ¡Mucho cuidado con ello! El uso de lentillas debe estar asesorado por un oftalmólogo, pues el proceso de adaptación de la lentilla debe ser supervisado para no interferir en la fisiología ocular.
¿Se puede garantizar eso con una venta vía web? ¿Se miden los particulares el diámetro de su ojo antes de adquirir las lentillas para saber si son adecuadas? ¿Su curvatura o radio? ¿La permeabilidad al oxigeno? ¿La rigidez? ¿La interacción con la lágrima o la córnea? Desde luego, tal cosa no había sucedido en el caso que llegó a nuestro canal de twitter. Incluso en las lentes bien adaptadas pueden surgir complicaciones que con el tiempo obligan a revisar parámetros.
¿Decolorar el iris?
Pero hace unos días, la cosa fue incluso más allá. Informaban los medios de que un centro de oftalmología practicaba cirugía laser para modificar el color del iris. La noticia no es nueva. Una sencilla búsqueda en google desvela que ya en 2011 se hablaba de ello fuera de España.
Lo que se propone es, en este caso, una suerte de tallado del iris para eliminar pigmentación. Y como en toda escultura, en la proximidad quedan restos, sólo que minúsculos. El riesgo estriba en que estos restos taponen la vía de drenaje del ojo, elevando la tensión ocular y, con ello, provocando la aparición de un glaucoma, enfermedad que puede afectar irreversiblemente a la visión.
Y aquí vuelve a emerger la dimensión social a la que se une una latente vocación comercial. En la información publicada en la página web de una cadena generalista se aludía explícitamente a que la ‘nueva técnica’ permitía “corregir” la heterocromía. En todo caso, lo que habría que sanar es una posible afección que la ha desencadenado, como un glaucoma, pero desde luego, no mediante láser.