Un mal uso de las lentes de contacto puede acarrear graves complicaciones
Las lentes de contacto, comúnmente conocidas como “lentillas”, son un método alternativo al uso de gafas, cuya finalidad es corregir problemas refractivos. La ventaja que tienen es que, al estar situadas en contacto con la córnea, proporcionan una imagen más natural que la gafa. Asimismo, el campo de visión con la lente de contacto es significativamente mayor al no estar restringido por la montura de la gafa.
Otras indicaciones para el uso de lentes de contacto son las encaminadas a regularizar la superficie corneal, proteger la córnea a modo de vendaje (lentes de contacto terapéuticas), para la práctica deportiva y cosméticas.
Si bien es cierto que las lentes de contacto tienen una serie de ventajas, no dejan de ser un cuerpo extraño en contacto con el ojo, por lo que precisan de especial cuidado y de la supervisión de un contactólogo y un oftalmólogo.
Principales riesgos de un uso inadecuado:
– Lesiones en la córnea: las lentes de contacto, si se utilizan de forma incorrecta, pueden generar úlceras en la superficie anterior del ojo. Además, si el uso es prolongado y no se atiende a los tiempos recomendados, se corre el riesgo de que la córnea sufra la falta de oxígeno.
– Infecciones: cuando no se siguen las pautas de higiene y conservación adecuadas para preservar las lentes de contacto, las lesiones corneales pueden infectarse y ulcerarse. La úlcera corneal infecciosa es una grave enfermedad ocular. Por ello, es conveniente utilizar soluciones de mantenimiento adecuadas y nunca usar agua del grifo, saliva, ni limpiadores que no han sido recomendados por el especialista.
– Sequedad ocular: el uso de lentes de contacto, en ciertas condiciones climáticas o en determinados pacientes, puede ocasionar sequedad ocular, con sensación de cuerpo extraño, irritación mantenida, mala visión, fluctuante y finalmente, rechazo a las lentes de contacto.
Es por ello que para garantizar la seguridad del paciente y la adaptación de sus lentes de contacto, debe haber una buena manipulación, un buen mantenimiento, un horario de uso adecuado, un reemplazo correcto en la fecha que corresponde y por último, es imprescindible el seguimiento, de manera que, se realicen revisiones rutinarias según las pautas indicadas por el contactólogo. Además, la estrecha colaboración entre el contactólogo y el oftalmólogo permite un diagnostico precoz y la aplicación del tratamiento adecuado en los casos de complicación sobrevenida.
Las personas que se planteen el uso de lentes de contacto o ya sean usuarios de las mismas deben ser conscientes de la importancia de una buena adaptación, la correcta instrucción y seguimiento con los controles necesarios en prevención a posibles complicaciones. Las lentes de contacto deben tratarse como un medicamento y, como tal, deben estar prescritos, controlados y utilizados según las pautas establecidas por el especialista. El contactólogo junto con el oftalmólogo son la mejor combinación para la seguridad del usuario de lentes de contacto.