Las lentes de contacto o lentillas son unas lentes correctoras o cosméticas que se ponen en el ojo, concretamente sobre la capa lagrimal que cuida y lubrica la córnea (capa transparente en lo más anterior del ojo). Indicadas, cuando el contactólogo/a lo crea necesario, para corregir un defecto visual con el mismo efecto que unas gafas.
En el mercado actual existe una gran variedad de lentes de contacto. Cualquier paciente puede usarlas. Prestando especial atención si la persona padece alguna patología ocular. Generalmente las lentes de contactos son prescritas por el contactólogo/a para corregir defectos de refracción comunes, como la miopía, la presbicia (bifocal y multifocal), la hipermetropía, el astigmatismo. Además, en situaciones clínicas como queratócono, trasplante de cornea, afaquia, cornea irregular, entre otras.
El cuidado progresivo de la lente de contacto requiere dedicación de cierto tiempo (por lo menos 5 minutos al día). Las lentillas reutilizables y sus envases tienen que limpiarse y desinfectarse. Si se limpian y aclaran adecuadamente, se logra eliminar al menos un 95% de las bacterias.
Cambio de las lentes de contacto
Las lentes de contacto tienen un vencimiento establecido. El tiempo de reemplazo varía desde lentes desechables de 1 día (usar y tirar sin otra necesidad de limpiarlas ni de productos de mantenimiento), semanales, quincenales, mensuales, trimestrales, semestrales o anuales.
Cada tiempo de reemplazo tiene sus ventajas e inconvenientes, si bien el reemplazo diario o mensual son los más comunes, siendo las demás modalidades empleadas para lentes diseñadas a medida con parámetros fuera de lo normal para patologías oculares.
Es recomendable acudir al especialista para revisión, ante la presencia de cualquiera de los siguientes síntomas:
- Visión borrosa
- Sensación de suciedad en los ojos
- Dolor intenso
- Ojos rojos