El 12 de marzo se conmemora el Día Internacional del Glaucoma. Una enfermedad responsable de miles de casos de ceguera al año. El glaucoma engloba a un conjunto de enfermedades que sin tratamiento provocan un daño progresivo e irreversible del nervio óptico. El nervio óptico está compuesto de gran cantidad de fibras nerviosas y es el responsable de enviar las señales desde el ojo al cerebro, donde éstas se interpretan como las imágenes que visualizamos. Esta patología puede producirse por varias causas y el factor de riesgo más importante es la presión intraocular (PIO) elevada.
Se trata de una enfermedad silenciosa, puesto que cursa sin síntomas evidentes hasta que el glaucoma no alcanza una fase avanzada. Teniendo en cuenta que el daño en el nervio óptico es irreversible, es decir, una vez sucede no puede ser mejorado, la detección precoz e inicio del tratamiento adecuado es fundamental para preservar la visión del paciente. Por este motivo, se recomienda realizar revisiones periódicas para obtener un diagnóstico temprano de la enfermedad así como para poder controlar la evolución de la misma.
Incidencia del glaucoma en Canarias
Un millón de personas padecen glaucoma en España, el riesgo de padecerla aumenta a partir de los 50 años de edad. Sin embargo, un alto porcentaje de estos pacientes enfermos desconocen que la sufren. En Canarias la media de pacientes es similar a la media nacional. El glaucoma está detrás del 12% de los casos de ceguera en el mundo occidental. Una ceguera que puede evitarse si actuamos con premura.
¿Por qué aumenta la presión intraocular?
El aumento de la presión intraocular es el resultado de la obstrucción de la vía de drenaje natural por donde habitualmente escapa el humor acuoso, el líquido transparente constantemente producido dentro del ojo. Se considera presión elevada aquella que supera los 21 milímetros de mercurio (mmHg). Sin embargo, ni todos los pacientes con más de 21 mmHg van a sufrir glaucoma y lo que es más grave, algunos pacientes con tensiones normales, menores de 21 mmHg, pueden padecerlo. Por eso, además de medir la presión intraocular, es necesario realizar otras pruebas para alcanzar un diagnóstico.
No hay que confundir presión arterial con presión intraocular, pues son parámetros independientes. La hipertensión arterial normalmente se mide en el brazo y es diferente de la ocular que se mide en el ojo. Es posible tener, por ejemplo, la presión ocular elevada y la tensión arterial totalmente normal. Por esto, los tratamientos de ambas enfermedades son diferentes.
¿Qué hacer para prevenir el glaucoma y sus consecuencias?
Es improbable que el glaucoma se detecte mediante los exámenes rutinarios que realiza el médico de cabecera con los protocolos médicos actuales. Ni siquiera en las exploraciones laborales más habituales. Por ello, es necesario realizar exámenes oftalmológicos de rutina y que sea un oftalmólogo quien interprete estas pruebas. Dado que es una enfermedad crónica, estas revisiones oftalmológicas han de ser repetidas de forma continuada a partir de los 40 o 45 años, especialmente en aquellas personas que tengan una relación familiar consanguínea con algún paciente diagnosticado de glaucoma, dado el componente genético del glaucoma.
El tratamiento de esta patología busca detener su avance
El glaucoma no tiene cura. El objetivo del tratamiento es detener o frenar la progresión de la enfermedad y conservar así la visión. Aunque la presión ocular es sólo una de las causas del glaucoma, reducir esta presión es el tratamiento más adecuado. Esto se puede conseguir mediante: medicamentos, cirugía láser, cirugía convencional o una combinación de los anteriores.
Los medicamentos para el glaucoma se administran principalmente en forma de colirio o gotas oculares. Existen diferentes tipos de colirios y no existe una solución única para todos los pacientes. En función de las características de cada caso el tratamiento será distinto, por lo que es necesario probar diferentes tipos de gotas hasta alcanzar el control de la presión ocular.
El tratamiento quirúrgico, bien con láser o con cirugía, se hace necesario en los pacientes en los que el tratamiento con gotas (colirios para el glaucoma) no ha conseguido detener la progresión de la enfermedad. Toda operación tiene un riesgo de complicación. No obstante, si la cirugía es ya necesaria, el riesgo de pérdida de visión en caso de no operarse supera al de las posibles complicaciones postoperatorias de la cirugía del glaucoma. Es necesario recordar que en el glaucoma la prevención es el mejor tratamiento.