La mácula es una pequeña área central de nuestra retina responsable de la parte mas importante de nuestra visión. Sin la visión central no podrías, por ejemplo, leer estas letras. Hasta hace relativamente poco tiempo, algunas afecciones de la mácula como la degeneración macular senil, la maculopatia diabética o las trombosis retinianas llegaban a estar condenadas a la pérdida irreversible de la visión central. Sin embargo, el desarrollo de nuevos fármacos suministrados en forma de inyecciones intravítreas ha permitido conservar la visión, cuando no mejorarla. Las más avanzadas son las denominadas antiVGF, siglas en ingles de anti factor del crecimiento vascular, pero son cada vez mas. Los nuevos fármacos que se administran por esta vía. Dado que los tratamientos orales y los colirios no penetran con eficacia en la retina, son estas inyecciones la mejor forma actual de hacer llegar el medicamento al lugar indicado. De esta forma estos nuevos fármacos son capaces de controlar y eliminar muchas de las microscópicas hemorragias maculares potencialmente fatales para la visión.
La primera referencia al uso de la inyección intravítrea (IIV) fue realizada en 1911 por Ohm, quien la utilizó como técnica de introducción de aire en el ojo para reparar el desprendimiento de retina. Esto prueba que no se trata de una herramienta médica nueva, pero si es cierto que ha experimentado numerosos e interesantes cambios. Unas novedades que repercuten en beneficio de los pacientes.
Las diferentes inyecciones intravítreas actúan contra la inflamación y los procesos hemorrágicos de la mácula, principal causante de la pérdida de visión de las personas afectadas. Este tipo de tratamiento se realiza en quirófano con unas medidas estrictas en lo que se refiere a esterilidad. Todo esto es preciso para garantizar que no se producirá una infección. Además, también se indica el uso de colirios antibióticos antes de someterse a estos tratamientos, como práctica preventiva.
Los fármacos que se aplican mediante las inyecciones intravítreas son los denominados ‘antiangiogénicos‘. Estas sustencias inhiben la creación de nuevos vasos sanguíneos y evitan consecuencias negativas en la visión. En el Instituto Oftalmológico Amigó contamos con retinólogos experimentados, que se encargan de emitir un diagnóstico certero en cada caso para prescribir el tratamiento más adecuado.
El riesgo más importante en el tratamiento con inyecciones intravítreas es la endoftalmitis infecciosa, siendo su probabilidad de un 0,3%, lo que supone una garantía para el paciente, dada la reducida tasa de complicaciones. En manos expertas, el riesgo es casi nulo.
Una vez realizada la intervención con estas inyecciones el paciente podrá regresar a su domicilio en unos minutos. No será preciso tapar el ojo afectado y podrá hacer vida completamente normal atendiendo a la aparición algunos posibles signos que deben hacer adelantar la consulta médica:
- En caso de disminución de visión
- Dolor ocular ante una fuente lumínica
- Secreción extraña del globo ocular
- Enrojecimiento excesivo
- Dolor ocular
El paciente, además, tendrá que tener en cuenta las siguientes pautas:
- No frotarse los ojos
- No sumergirlos durante 3 días
- Evitar la entrada de otros líquidos en el globo ocular