Cuando no existe un problema evidente, acudir a un especialista es una ardua tarea. Sobre todo cuando en nuestra cultura se evidencia que en muchos casos no se visita la consulta de un médico hasta que es inevitable. Sin embargo hay diagnósticos precoces que son fundamentales para evitar futuros problemas de salud, como ocurre en el caso de la vista en la niñez. Una detección precoz de un problema de la visión puede favorecer un correcto desarrollo y evitar que el problema se instaure de manera permanente en el niño, generando problemas en el aprendizaje.
Sin embargo, la detección de problemas visuales en niños es un reto para padres y profesores. Es muy difícil que un niño de corta edad manifieste que no ve bien ya que no tiene una referencia de cómo tiene que ser una visión correcta y además tiene, lógicamente, una comunicación menos fluida. Además, existen defectos en la visión que si bien no influyen en actividades como juegos, sí que influyen en actividades más exigentes como la lectura o el aprendizaje, dificultando o impidiendo la actividad según el grado de afectación. Por tanto, si el defecto es suficientemente elevado y pasa inadvertido, puede afectar negativamente al rendimiento y aprendizaje del niño derivando finalmente, en algunos casos, en fracaso escolar.
El doctor Alfredo Amigó, miembro de la Sociedad Española de Oftalmología (SEO) y director médico del Instituto Oftalmológico Amigó destaca que “para que un niño desarrolle una visión normal y sin problemas por los dos ojos es necesario que ambos puedan ver correctamente desde tierna edad y de manera ininterrumpida hasta al menos los 8 años de edad. Por lo general, una primera revisión profesional a los tres años de edad está siempre aconsejada y ante cualquier duda la valoración por el especialista se impone”. Asimismo, una valoración bajo cicloplejia (dilatación pupilar) es esencial para realizar un correcto diagnóstico de defectos de refracción. “Por supuesto, las revisiones oftalmológicas pediátricas también permiten, además de la graduación, detectar posibles enfermedades graves muchísimo menos frecuentes cuyo diagnóstico precoz es muy importante tales como enfermedades congénitas, glaucoma infantil o algunos tipos de malformaciones y tumores”.
No siempre son necesarias las gafas
El Dr. Amigó puntualiza que “no es necesario poner gafas a todos los niños que tengan dioptrías. La presencia de un pequeño número de dioptrías de hipermetropía, acompañada o no de una cantidad igualmente pequeña de astigmatismo, no solo no es visualmente perjudicial sino que resulta normal en un niño de corta edad y su ojo está perfectamente capacitado para compensarla, permitiendo, en la mayoría de los casos, una correcta visión y desarrollo sin necesidad de gafas”.
Sin embargo, “cuando el estudio con cicloplejia nos indica que la hipermetropía es considerable, que existe algún grado de miopía por pequeño que sea o que las dioptrías de un ojo y otro son diferentes, es cuando se debe prescribir sin dudar una gafa”, confirma el especialista, que añade que “hay que ser especialmente cuidadosos cuando tratamos con estrabismos, que pueden requerir diferentes terapias para su correcto tratamiento”.
Se debería prestar especial atención a si el niño se acerca mucho al televisor o a la falta de atención sobre objetos cuando están situados a determinadas distancias. Sin embargo, los padres se suelen fijar más en el hecho de que el niño se pegue mucho al cuaderno cuando está leyendo, hábito que en general no tiene relación con defectos en la visión sino solo con la gran capacidad de los niños para ver de cerca, que disminuirá con la edad. Todos estos factores son lógicamente del terreno del especialista que es quien mejor va a aconsejar sobre la conveniencia de corregir o no el defecto.
Una visión normal para un buen desarrollo
Desde su experiencia en el Instituto Oftalmológico Amigó, el Dr. Amigó recomienda que los padres y tutores velen por una buena salud ocular de sus hijos: “La mayor parte de información se recibe a través del sistema visual, por lo que es primordial que exista una buena visión para un correcto desarrollo y aprendizaje en los niños. Además, estos controles se deben mantener regularmente durante la niñez y adolescencia, ya que el estado ocular, y en especial la graduación, tienden a cambiar con el crecimiento del niño”.
El especialista recuerda que “los menores con problemas visuales de nacimiento no son conscientes de que sufren una anomalía en su visión, dado que consideran ‘normal’ esa forma de percibir el entorno, al no tener con qué compararla. Es por ello que es raro que un niño que nunca ha llevado gafas se queje de que no ve bien”.
Algunas cuestiones que conviene tener claras
- Los defectos ópticos en el niño tienen unas características que los hacen diferentes de los de los mayores.
- Los defectos visuales en los niños pueden afectar a su formación escolar y su relación social así como a su vida profesional futura.
- Las afecciones visuales de los niños continúan siendo insuficientemente conocidas por la población general.
- Para que un niño alcance una visión normal por los dos ojos es necesario que ambos puedan ver correctamente desde muy temprana edad y de manera ininterrumpida hasta al menos los 8 años de edad.
- Detectar estos defectos es sin embargo a menudo difícil dado que el propio niño no es consciente de lo que es “ver normal” y su comunicación no es siempre fluida.
- Por lo general una primera revisión profesional a los tres años de edad esta siempre aconsejada. Ante cualquier duda la valoración por el especialista se impone.
- El uso de medicamentos ciclopléjicos (dilatación de la pupila) es esencial en el correcto diagnóstico, control y seguimiento de los defectos visuales en los niños.
- Dioptrías son las unidades que se utilizan para medir el defecto óptico. ¿Se debe corregir con gafas siempre que el niño “tenga dioptrías”? La respuesta es un rotundo NO. La presencia de un pequeño número de dioptrías de hipermetropía con o sin una cantidad igualmente pequeña de astigmatismo no solo no es visualmente perjudicial sino que resulta normal en un niño de corta edad y su ojo está perfectamente capacitado para compensarla y ver bien sin necesidad de gafas. Cuando el estudio con cicloplejia nos indica que la hipermetropía es ya considerable o que existe algún grado de miopía por pequeño que sea o que las dioptrías de un ojo y otro son diferentes, estos niños deben siempre ser corregidos con gafa.
- El estrabismo por sí mismo no afecta por lo general a la capacidad visual en conjunto del niño aunque si suele afectar y profundamente a la de uno de ambos ojos Este, de no corregirse puede quedar como ojo vago (ambliopía) de forma irreversible. El estrabismo además puede provocar un profundo impacto en la psique del niño y el adolescente afectando a su socialización y vida afectiva por lo que es muy conveniente corregirlo con gafas o cuando necesario con cirugía desde edades relativamente tempranas.