La Retinosis Pigmentaria es una patología hereditaria y degenerativa de la retina, siendo la causa de degeneración retiniana hereditaria más frecuente.
Esta enfermedad suele debutar entre los 25 y 40 años, aunque se han descrito casos antes de los 20 años y con menor frecuencia después de los 50. Al tener carácter genético, el paciente nace con ella, pero lo desconoce hasta que surgen los primeros síntomas, que suelen ser la ceguera nocturna y la pérdida progresiva de la visión periférica llegando a causar visión en túnel.
Es producida por la degeneración y muerte de los fotorreceptores. Tiene aparición lenta y silenciosa hasta que es avanzada. Debido a ello, se trata de una patología infradiagnosticada
Las asociaciones de pacientes y los profesionales médicos estiman que en España hay 25.000 afectados, además parece que su prevalencia se ha incrementado en los últimos 20 años, según informa la Asociación de Afectados de Retinosis Pigmentaria de Euskadi.
El diagnóstico precoz sólo es posible mediante un estudio genético del paciente y de su familia. Existen distintos estadios de la enfermedad, que se pueden clasificar del 0 al 3. El primero de ellos sería la inexistencia de síntomas. En el nivel posterior se produce la ceguera nocturna, momento en el que al afectado le cuesta adaptarse a situaciones de escasa iluminación. En el estadio 2 surge la reducción del campo visual, mientras que en el tercero se produce la atrofia macular con afectación de la visión central.
Estilo de vida saludable
El tratamiento de la enfermedad suele basarse en la necesidad de llevar un estilo de vida saludable. La dieta debe componerse de productos naturales y frescos, donde prevalezcan las frutas y verduras. La práctica de ejercicio físico puede retrasar la aparición de síntomas y suponer una herramienta eficaz para mantener un buen estado de salud general.
Además, los pacientes deben usar elementos que les protejan de los rayos solares como gorros y viseras, así como de gafas de sol homologadas con un filtro UV elevado.
Lamentablemente, no se cuenta aún con un tratamiento eficaz que elimine el problema, por lo que el paciente debe realizar revisiones oftalmológicas rutinarias. En la actualidad existen estudios científicos esperanzadores, que han logrado excelentes resultados en animales, llegando incluso a recuperar aquellas células afectadas que no habían muerto. Sin embargo, aún es pronto para constatar que dichos resultados pueden aplicarse a las personas.