Las modas han influido negativamente a lo largo de la historia de la Oftalmología en la salud ocular. Una de las más preocupantes y recientes es la de tatuarse los ojos. No nos referimos al contorno ocular, sino al interior del globo. Aunque los intentos por cambiar el color de los ojos no son algo nuevo, si es cierto que es ahora cuando se ha intentado (y logrado) realizarlo con técnicas de tatuaje usando los más diversos pigmentos. Normalmente se realizan usando jeringuillas cargadas de tinte, que se inyecta en la conjuntiva. Pero esto no es ni mucho menos una práctica segura.
Esta práctica supone un riesgo elevado de pérdida de visión. Los tintes usados en el procedimiento pueden ocasionar infecciones e inflamaciones de carácter muy grave. Además, si el suministro de la tinta se realiza a demasiada profundidad o la cantidad es muy alta, entonces las consecuencias podrían ser nefastas. Podríamos considerar esta técnica como uno de los procedimientos estéticos más extremos. En ningún caso les recomendaríamos tatuarse los globos oculares.
El primer tatuaje ocular moderno se realizó en 2007 y en los últimos años está contando con cada vez más seguidores. El color de este peligroso tatuaje pierde tonalidad con el paso del tiempo, aunque es permanente, al igual que ocurre con los tatuajes tradicionales. La tinta, además, puede provocar alergias, úlceras y abrasiones. Se corre el riesgo de que la tinta se distribuya sin control por el ojo, provocando pérdida de visión irreversible.
Todas las consencuencias acarrean intenso dolor e incomodidad. Asimismo, un tatuador no está ni capacitado ni formado para poder realizar una intervención invasiva en el ojo. Por todo ello, desde el Instituto Oftalmológico Amigó les recomendamos que eviten poner sus ojos ente un peligro como este. En caso de pérdida de visión, ésta no podrá recuperarse.